3 de abr. de 2019

El ñandutí de las artesanas que lució la primera dama.


Primera Dama de Paraguay en la posse 

Sobrio, elegante y distinguido, así describieron al vestido que lució la primera dama, Silvana López Moreira, en el acto de traspaso de mando presidencial.
El vestido fue diseñado por Florencia Soerensen y el tejido de ñandutí, bordado a mano por más de una docena de artesanas tejedoras de Itauguá. Lo que pretendía la primera dama era darle a su traje un toque de belleza con la identidad paraguaya, y, sin dudas, lo logró.
encomendadas. En total, unas 14 tejedoras de ñandutí fueron las responsables de confeccionar el tejido que se aplicó al vestido de Silvana.
Una de estas artistas del tejido, Rossi Estigarribia, de 36 años, fue la encargada de dibujar el prototipo de las randas de ñandutí, para luego repartirse el trabajo entre las otras tejedoras. “Cada compañera hizo dos metros en su casa”, comenta Rossi.
El tejido tiene 25 metros de randas, con ondas y cada artesana hizo dos metros de tejido a mano, apunta.
Para concretar las etapas de elaboración de la distinguida tela, las tejedoras tuvieron que trabajar unas ocho horas diarias cada una. “El proceso de tejido se realiza con un bastidor. Para este traje utilizamos un hilo fino especial”, dice Rossi, que se dedica a tejer ñadutí desde hace 15 años y forma parte de su día a día. Es lo que ella llama “una tradición familiar”.

La terminación. Las laboriosas mujeres se encargaron del arduo trabajo durante dos meses. Pero para que el encaje quede maravilloso e impecable se debe realizar el pulido de la tela. Es así que se inicia con el trabajo de terminación; un proceso del que se encargó la señora Estefana Benegas, de 67 años, especializada en esta parte del trabajo. Ella tuvo a su cargo sacarle los hilos sobrantes, retirarle la tela original sobre el cual fue tejido el ñandutí, para luego realizar el lavado, almidonado y secado al sol.
“Lo primero que hago es retirarle la tela que está como base”, explica Estefana.
Luego toca almidonar y secar la tela en un bastidor para que quede impecable y estirada, debido a que “el ñandutí no se plancha”, explica la artesana. Y por último se hace la limpieza del resto de tela que queda. El delicado proceso le tomó a ña Estefana una semana de intenso trabajo.

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